Del despecho a la alegría - Blog de Gino González

viernes, 27 de marzo de 2009

De la abolición de la esclavitud al racismo

A propósito del Día Internacional contra la discriminación racial
y los 155 años de la abolición jurídica de la esclavitud en Venezuela



Jesús Chucho García y Enrique Arrieta Chourio

Fue un 24 de marzo de 1854, cuando en un acto de hipocresía y de profunda crisis financiera, el entonces Presidente de la República de Venezuela, José Gregorio Monagas, lanza el decreto de abolición de la esclavitud, después que nuestras ancestras y ancestros africanos pusieron sus inteligencias, cuerpo, alma y vida en trece años de guerra de independencia, a los blancos criollos y a la nueva oligarquía latifundista, se les ocurrió que los soldados africanos y sus descendientes tenían que volver al régimen de la esclavitud…, eso sería terrible para la moral de hombres y mujeres niños que aspiraban la igualdad social que tanto ofreció Bolívar en sus decreto y el compromiso asumido ante el primer Presidente de la República de Haití, Alexandre Petión, en 1816. Por la fuerza de las armas y la represión someterían a la esclavitud a miles y miles de patriotas descendientes de africanos. Más de treinta años, tuvieron que esperar para que los africanos y sus descendientes se les decretara la libertad, que no fue tal pues, antes de darle la ansiada libertad, el Estado se comprometía a indemnizar a los "amos" por cada esclavizado y lo peor es que al darse el pago, los ex esclavizados no les fue entregado tierra, posibilidades de educación ni alimentación, teniendo que pasar a la fase de neoesclavitud llamada peonaje o trabajarle al los amos gratis, por solo un mendrugo de pan. En Río Chico los grandes cacaos recibieron sus indemnizaciones en 1856, es decir, en tierras barloventeñas el decreto de la abolición se cumplió dos años después.
La situación anterior es la que explica la de marginalidad y exclusión en la que siguen viviendo la mayor parte de los descendientes de africanos en Venezuela, al no poseer la tierra que es la base donde se desarrolla el trabajo humano, los afrodescendientes se hicieron los eternos peones de las grandes familias dueñas de los medios de producción, se quedaron en la mayoría de los casos sin acceso a la educación y privados del acceso al conocimiento científico contemporáneo, en Aragua esta situación se ilustra de manera dramática con la negación de centros de educación media y superior en las comunidades que antes fueron habitadas por los africanos esclavizados, basta decir que antes del Gobierno del Presidente Hugo Chávez sólo existía un liceo en Ocumare y otro en Choroní para atender la formación media de centenares de adolescentes de Costa de Maya, Cepe, Chuao, Choroní y todos sus caseríos, Cumboto, La Trilla, Aponte, Ocumare, Las Monjas, El Playón, Cata, Cuyagua. La única manera de cambiar esta situación fue mediante la organización de un colectivo de hombres y mujeres afroaragueños como Jorge Guerrero Veloz, Jarwin Echenagucia, Yolimar Álvarez, Argenis Delgado, José Célis, entre otros, quienes en articulación con el equipo de dirección de la Zona Educativa del estado Aragua liderizado por Maritza Loreto impulsaron la creación en 2003 de los Centros de Educación Integrales Comunitarios (CEICO) en poblaciones como Cumboto, Chuao, Cuyagua, los cuales no sólo llevaron la educación media por primera vez a estas comunidades sino que además incorporaron a los sabios abuelos de la zona a la formación de los mas jóvenes.

DISCRIMINACIÓN RACIAL

El racismo de hoy, entendido como una actitud de discriminar y subestimar a una persona por su color de piel, está más que demostrado que fue un invento que surgió, a partir de la mal llamada trata negrera y el sistema esclavista con fines capitalista de explotación de las y los africanos y sus descendientes. El racismo o segregación racial es científicamente falso e indemostrable, moralmente vergonzante y jurídicamente inviable. Sin embargo, existe y está aún en el mundo entero. No por casualidad después de una masacre racial, el 21 de marzo de 1960, en Shaperville, Sudáfrica, la ONU decretó el 21 de marzo como Día Internacional contra la Discriminación Racial, por el asesinato de 70 personas.
Muchos países han avanzado en la lucha contra el racismo y la discriminación en el campo jurídico y las políticas públicas.
Venezuela aún no tiene una ley que lo penalice como sí existen otros países como Brasil, el mismo Estados Unidos y algunos países europeos. En la Asamblea Nacional reposa desde el 19 de mayo de 2008, un anteproyecto de Ley contra la discriminación racial que fue presentado por la red de Organizaciones afrovenezolanas, sin que hasta ahora dicho anteproyecto figure en la agenda legislativa del parlamento para este año, lo cual denota una vez más que el Estado sigue sin asumir su responsabilidad histórica en esta importante materia.
Por otro lado, del 20 al 24 de abril se realizará una evaluación del tema racial como resultado de la III Conferencia Mundial Contra el Racismo, realizada en Sudáfrica en el año 2001. Esa conferencia expondrá en su seno las nuevas formas de racismo existente en el mundo contemporáneo así como la condena al Estado de Israel por los crímenes cometidos contra Palestina. Hoy Estados Unidos (sí, el gobierno que dirige Obama), así como los antiguos países esclavistas y traficantes de africanos esclavizados por más de cuatro siglos, se oponen a esta conferencia y ya plantearon no asistir si se condenaba a Israel en dicha conferencia. Así lo expresaron Alemania, Holanda, Francia, Italia, casi toda la Unión Europea. Nuestro país va a estar presente sin embargo es triste tener que decir que el Estado venezolano no ha cumplido con todos los compromisos que se derivan de su condición de "Estado parte" de esta conferencia mundial, sobre todo por que a pesar de contar con una "Comisión Presidencial para la eliminación del racismo y otras distinciones en el sistema educativo venezolano" creada por medio del decreto 3645, los ministros de Educación que siguieron después del cimarrón Aristóbulo Istúriz, han hecho todo lo posible por hacer morir la referida comisión, al negarle recursos para su funcionamiento y haciendo caso omiso de los planteamientos que hemos hecho los voceros de la Red de Organizaciones Afrovenezolanas que hacen parte de la misma.

martes, 24 de marzo de 2009

¿Autoabastecimiento para el capitalismo o para el socialismo?

Si por amor no pudimos
al menos la muerte debería hacernos vivir como hermanos

La seguridad alimentaria de un país es vital. Constituye una debilidad extrema que un país no produzca sus alimentos. Esto lo entendió perfectamente el imperialismo norteamericano y así impuso un modelo de dominación neocolonial consistente en reducir a los países de America Latina y El Caribe a simples monoproductores de materia prima mientras ellos se desarrollaban en todas las áreas y nosotros, no sólo les proveíamos las materias primas, sino que también debíamos comprarles lo que no producíamos. Pero la autosuficiencia alimentaria o productiva en general, es un asunto de seguridad nacional en un país, bien sea capitalista o socialista. Para un país en construcción del socialismo el autoabastecimiento es de vida o muerte, más aun cuando depende del enemigo, pero también es de vida o muerte, la confección de su aparato productivo y desde luego de las formas de propiedad. Es decir, ¿qué producimos, cómo producimos y para quién producimos? Nosotros somos capitalistas, no sólo en las formas productivas, sino también en lo individual, en nuestra configuración psicológica, en lo cultural. Queremos ser socialistas, esto es otra cosa, pero querer serlo no significa que lo seamos. Es importante recordar que vivimos un proceso y de nosotros depende que ese proceso nos conduzca al socialismo o nos estanque en el capitalismo.

Es de vida o muerte seguir desarrollando formas de propiedad colectivas. ¿Qué es difícil? ¡Claro que es difícil! Estamos formados en el capitalismo, en el individualismo. Tenemos un reto, aprender a vivir como hermanos, no tenemos alternativa, está en juego la supervivencia del planeta mismo, ya es la hora del amor, el egoísmo nos ha conducido a la catástrofe. Pero la hermandad no llegará por inspiración divina mientras persista la putrefacción de una estructura social carcomida por la ingratitud. Pero tenemos que andar juntos aunque para ello tengamos que pelear entre nosotros. Y así debe ser, profundizar la discusión y el debate. Con el enemigo no hay que discutir, la confrontación es entre nosotros mismos, los que ya no queremos seguir siendo ni viviendo en este tipo de sociedad mezquina y perversa. Estas formas de propiedad colectivas deben seguirse constituyendo a la par del capitalismo. Debemos ir acabando con los monopolios. Si bien es cierto, que respetamos la propiedad privada, esta debe estar al servicio del pueblo que en fin es de donde se generan sus ganancias. Se deben democratizar las ganancias. No somos tontos, el marxismo nos explica muy bien lo referente a la plusvalía, pero para nosotros como pueblo en este salto cultural hacia el socialismo es importante perder las esperanzas sustentadas en el ideal de la acumulación capitalista y asumir de una vez y para siempre la alegría de los juntos.

sábado, 21 de marzo de 2009

Conuco, dignidad y socialismo

No es casual que a mediados del siglo pasado en lo que se ha denominado como la Venezuela Agropecuaria por algunos historiadores, libros de geografía económica señalen como causas del “fracaso” del comercio interno, junto al estado de las vías de comunicación, al caso de que muy poco había que venderle a la gente de los pueblos y caseríos de la nación, puesto que eran autosuficientes desde el punto de vista productivo. Esta circunstancia se extiende todavía hacia los años sesenta y así lo ratifican testimonios de personas de la época.
Esto ha sido cierto a pesar de la miseria derivada de las condiciones de existencia del pueblo, signadas por las dificultades propias del entorno y las derivadas de las desigualdades sociales históricamente establecidas. Y todavía hay estúpidos que dicen que este pueblo es flojo. Si el campo hubiese tenido, en esa época, la suficiente atención por parte del estado: reparto justo de la tierra, sistema de riego y eficientes mecanismos de salubridad pública, imagínense ustedes. Desde luego, esa autosuficiencia tiene que ver también a la calidad espiritual de un pueblo aun no contaminado por la alienación del gusto impuesta por la sociedad de mercado que encadena el consumo a necesidades artificiales como principal mecanismo para obtener dividendos en el absurdo expansivo de la industria capitalista. Por cierto, vale destacar, que a un empresario capitalista de los más ricos del mundo se le atribuye y es reconocido por eso entre sus colegas explotadores, el haber descubierto que los pobres también compran.
El consumo hace apenas unas décadas atrás fue simple y básico. Esa autosuficiencia de la que hablamos, incluye la parranda y el placer que son la misma vaina. Investigue usted sobre los bienes de consumo a los que se aspiraba en la época colonial, en el siglo diecinueve y la primera mitad del siglo veinte. Allí no existían automóviles, neveras, lavadoras, teléfonos, electricidad, televisores, etc. Sin embargo, la lucha de clases siempre ha estado presente porque la pelea siempre ha sido por los medios de producción y por el trabajo libre. En ese entonces y aun en nuestros días, la lucha ha sido por la tierra y contra el trabajo explotado. Encajonar la libertad del pueblo mediante aspiraciones de propiedad individual y de consumo generadas por el capitalismo es tramposo. Desde luego, ese planteamiento genera dividendos desde el punto de vista militante y electoral porque en nuestra psicología capitalista aun no se instala el sentimiento libertario genuino para vivir libres y por tanto, el dueño quiere seguir siendo más dueño y el que no tiene nada aspira a ser dueño en las mismas condiciones de aquel porque esa es la única forma de propiedad que ha visto. La carencia y la frustración han conformado los ejércitos de pobres en toda revolución, pero una cosa es pelear juntos para repartirse un botín y otra hacerlo para ser libres. La única posibilidad de ser libres es en colectivo, jamás se podrá saciar la voracidad de un pueblo motivado por las ambiciones individuales de la acumulación capitalista.
Si no creamos las condiciones para el salto cultural hacia el socialismo no dejaremos de ser el mismo pueblo adeco y copeyano, hoy chavista, que abarrota los mítines entre consignas eufóricas inversamente proporcionales al silencio irresponsable. No le tengamos miedo al socialismo, si por carencia y frustración hemos ido al combate, también lo hemos hecho por dignidad, contamos con una gran fortaleza: somos un pueblo digno.

viernes, 20 de marzo de 2009

Hacia un país de conuco y cayapa

Hay quienes dicen que la cayapa o trabajo de ayuda mutua era un recurso obligado de los conuqueros ante la imposibilidad de pagar peones para las tareas mayores en sus conucos, para construir la casa y otras actividades que ameritaban el esfuerzo de unos cuantos. No deja de ser cierto, quizás fue un recurso sin alternativa, sin embargo es innegable los profundos lazos de amistad que dicho trabajo colectivo generaba o al revés. Los orígenes de la especie humana son colectivos. Por tanto los oficios también, desde la partera hasta los músicos. (Transfiérase el concepto de conuco a toda actividad económica de subsistencia del pueblo como los pescadores por ejemplo) Todavía conseguimos esas maneras en la solidaridad vecinal para cuidar un enfermo o en la lágrima franca en el funeral ante el dolor del amigo por la pérdida de un ser querido. Compartir las cosas siempre ha sido una virtud de este pueblo. Nosotros le arrebatamos los santos, el bautismo y otros rituales a la iglesia católica y creamos partir de nuestros muertos nuestras propias ánimas; empezamos a “ponerle el agua” a los recién nacidos y a celebrar velorios de cruz de mayo y otras fiestas místicas por nuestra cuenta y nos fuimos llenando de comadres y compadres y de mamás y de tíos y de hermanos por afinidad más allá de lo consanguíneo.

Ese sentimiento natural del pueblo, clave fundamental de una vida justa y libertaria ha sido descuartizado por el hambre y el despotismo a través de la historia. El capitalismo nos fue vendiendo la idea del “éxito” individual. En la escuela empezaron hablarnos de ser “competitivo”. Te dijeron: “tienes que esforzarte porque debes competir y si no ganas no tienes futuro”. Empezamos a estudiar por hambre y hacer negocios para ser empresarios y de allí: “una cosa es la amistad y otra es el negocio” y también: “alpargata no es zapato ni que le pongan tacón, la franela no es camisa ni chor llega a pantalón”. Todo eso nos lo fue enseñando el capitalismo y entonces las fachadas de las casas fueron más importantes que su interior y un paredón lo más ideal y urbanizaciones y edificios donde nadie se conoce ni se saluda. Pero nosotros no somos así. Ese no es el corazón del pueblo. El capitalismo nos vendió una realidad ficticia. Nos hizo pensar que existen personas más importantes que otras y es mentira. Todos sentimos frío, calor, hambre, envejecemos, enfermamos, morimos, etc. Todos necesitamos de todos. La sociedad necesita al conuquero, al pescador, al albañil, al médico, al músico…Ninguno es más importante que otro. Somos interdependientes. Pero el capitalismo nos vendió la idea falsa de que eso no es verdad y la verdad es que esa es una verdad del tamaño del universo. Somos socialistas, somos comunistas por naturaleza.

Si el trabajo colectivo es inherente a los orígenes de la especie, si la cayapa como extensión del trabajo colectivo ha sido una virtud de este pueblo conuquero, entonces un país conuquero, cayapérico, es el que tenemos que construir llámese socialista o comunista o como sea. Esa espiritualidad no es consecuencia de elaboraciones mentales ni de ninguna “concientización ideológica”, sino que es fruto de una cultura sustentada en la interacción y producción de lo diverso en íntima conexión con una idea del mundo insertada en el cuerpo como un órgano más y materializada involuntariamente en la confraternidad mediante las expresiones consecuentes de toda cultura: una ciencia, una tecnología, una arquitectura, un lenguaje, un canto, un arte, una poesía, una literatura; todo eso en un todo que tiene de cada cosa una cosa para desembocar en lo que es: la cultura de donde nos originamos como nación y de la cual debe partir nuestro devenir intelectual, no por capricho nacionalista o patriotero, sino porque ésta nos garantiza desde la autonomía alimentaría a la que todo pueblo que se estime aspira, hasta el hilo emocional de existencia colectiva que nos sostenga a través del tiempo sin ningún peligro del desarraigo que hoy arrastramos como dolor masivo, y nos unifique en el pueblo que somos sin ninguna contradicción con el planeta para que el sueño ya no precise de conceptos políticos que lo justifiquen y sea en la vida misma tan simple como respirar o hacer el amor.

martes, 17 de marzo de 2009

La tenencia de la tierra

“Dios no le dio tierra a nadie
ni dijo que la cogieran
lo que pasa es que el más vivo
a lo macho se alindera”.


Dámaso Figueredo







Soy socorreño, en El Socorro se libró La Batalla de Quebrada Honda, en agosto de 1816, batalla cuya victoria levanta la moral al ejército republicano, el cual venía de recibir la estocada mortal en Urica al caer vencido frente a la aguerrida pasional de las fuerzas clasistas de José Tomás Boves. Bolívar aprendió de Boves y de los consejos de Alejandro Petión en Haití para incorporar definitivamente a los pobres a la causa patriótica y vencer en Carabobo. Al mando de Los Vencedores de Quebrada Honda estaba Gregor Mac Gregor, posteriormente libertador de La Florida por encargo de Simón Bolívar que ya visualizaba las ambiciones imperialistas de los yanquis…pero Mac Gregor no peleó en Quebrada Honda, pasó por El Socorro enfermo y esa mañana siguió hacia Santa María de Ipire con algunos soldados y la batalla la libró Carlos Soblette quien era el segundo al mando. Sublettte después de 1830 traiciona junto a José António Paez . Nosotros en El Socorro queremos a Mac Gregor y en la memoria colectiva tiernamente muchos le atribuyen esa batalla a él. En un programa de radio, una vez, yo aclaré, que así nos duela, quien estaba al mando de la batalla de Quebrada Honda fue Carlos Soublette. A raíz del impacto, un profesor conservador me reclamó diciéndome que eso no se le debía decir al pueblo porque la gente creía que allí había peleado Mac Gregor y esa verdad sería una frustración. Yo le respondí: pero es la verdad.


Con mentiras históricas no se hace una revolución. Nosotros tenemos un marco legal y lo respetamos para el avance del proceso bolívariano, pero no podemos seguir mintiendo en cuanto a que la tierra tiene dueño. No podemos seguir sosteniendo argumentos en relación a la propiedad que sólo contribuyen a la alienación capitalista. La tierra no es de nadie. La tierra es un bien de beneficio público. La propiedad es una patraña. No existe alegría individual. La alegría es colectiva. La herencia es una maldición . La muerte es comunista, pero así no mueras, tampoco la eternidad te da derecho a acumular para ti egoístamente lo que tus hermanos necesitan. Aporte cada cual según su capacidad y reciba cada quien según su necesidad es el proverbio marxista más hermoso de este pobre planeta. De repente, mi camarada, si usted quiere, para no ser tan anarquista y radical, digamos que usted podría ser “dueño” de un chinchorro si usted lo hizo, pero ¡de la tierra!...


Si la tierra estaba hecha / antes que el hombre naciera / díganme con qué derecho / se apoderaron de ella / cómo fue que la compraron / quién fue capaz de venderla. Yo no estoy metiendo embuste / esto es una cosa seria / y reto al terrateniente / que me presente las pruebas / a partir de su escritura / me ajilo hasta la primera / y demuestro que es dudoso / el origen de su hacienda.