Del despecho a la alegría - Blog de Gino González

martes, 25 de octubre de 2011

EL CAPITALISMO ES AMBIDIESTRO

El capitalismo maneja muy bien la derecha y la izquierda. Se trata de deslindar, estén donde estén, de quienes proponen el capitalismo. Confrontar a los adversarios de la oposición a la par del debate interno. Es evidente dentro del chavismo una tendencia reformista anclada en lo reivindicativo y otra revolucionaria. Eso no niega buscar soluciones a los problemas, a este país le dejaron fue el esqueleto, pero las soluciones deberían estar enmarcadas dentro de la transformación revolucionaria. No me digan extremista, también se que muchas veces se hace lo que se puede y no lo que se quiere, pero se debe reconocer que este sistema no aguanta más soluciones de “teipe y alambre”, remiendos que ya no lo sostienen. El capitalismo se desmorona y si quienes tienen la responsabilidad de estado no son capaces de gobernar en base a esa realidad, simplemente serán arrasados por la misma. Las contradicciones de clase cada día son un potencial revolucionario devastador, pero no necesariamente con la consciencia o la claridad de lo por construir. Por eso son posibles propuestas absurdas como “capitalismo popular” que pregona la oposición.
Muchos partidos en el mundo se han declarado socialistas y han sido capitalistas. En Venezuela personajes y organizaciones históricamente de “izquierda” hoy están en la “derecha”.
Otros militaron en AD y Copei y hoy son revolucionarios, incluyendo militares que hasta persiguieron guerrilleros. Miramos al pasado y nadie se salva. No es “derecha” o “izquierda” sino capitalismo o socialismo o la nueva sociedad por nacer y que no ha existido. Sólo intentos, somos otro intento más, ojala no nos quedemos en el intento.
Aquí la gente militaba, era obvio, en los partidos del poder. Eso no ha cambiado y por eso el PSUV tiene una gruesa militancia sustentada en ese criterio. Aquella vez, los “anormales” fuimos unos cuantos que militábamos en esas organizaciones “y que de izquierda”. Cuantas veces no te decían amigos y familiares: “no seas pendejo ¡metete a adeco!”. Abandonamos esos partidos desprestigiados. Con algunas excepciones, allí se quedaron los oportunistas o quienes tuvieron la “cachaza” para soportar aquellas estériles reuniones. Cada día la abstención electoral era mayor. Cuando el fenómeno del traidor Andrés Velásquez, muchos llegaron a diputados y hasta a gobernadores ¿quiénes eran? el ripio que quedaba en esos partidos. Entonces apareció Chávez. Era viable las elecciones y necesario el partido, pero cada vez la realidad nos dice que debemos superar esa opción organizativa. Un partido garantiza el poder, más aun si está en el poder, pero no la revolución.
Una revolución no la hace un partido, la hace un pueblo con el corazón y los argumentos. No podemos reproducir el pasado. Los sueños tienen que ir más allá de la realidad.
Más que de “izquierda o de “derecha”, me declaro olvidable. Si hay que olvidar para vivir, vamos a olvidar. Estoy seguro que no soy indispensable para la alegría del porvenir.

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