Del despecho a la alegría - Blog de Gino González

martes, 15 de noviembre de 2011

DEL CAPITALISMO A LA VIDA

DEL CAPITALISMO A LA VIDA

“La muerte no va a cambiarte”.
Tomasino

Compra menos y serás más libre.

No lo ponga a pelear con tigres ni leones, a cruzar charcos infectados de caimanes ni a caminar descalzo sobre brazas ardientes, simplemente póngalo en un negocio.

Nadie sabe lo que es la dignidad hasta que la pierde.

Quien posee grandes riquezas, la vida le queda corta para el disfrute y quien no, le queda larga para la espera. Ambos morirán insaciados.

Es más común pobre pensando como rico, pues en el pobre recae todo el peso de la carencia en pleno centro de la opulencia del otro.

El humano ha confundido el castigo con la caricia y el desprecio lo ha aproximado al despreciable.

Quien recibe migajas las guarda para retribuirlas aun más descuartizadas.

¡Ah, malaya!, si todos los afectos que en la pena y la alegría se profesan los amigos y familiares se los sumáramos a la patria.

Una voz imprescindible en la desintoxicación de la especie es aquella que ve en la cañería pública lo que en la clandestinidad del crimen histórico, el silencio cómplice arroja por la poceta de su intimidad.

En una vida que todos hemos convenido en considerar tan corta, es triste desear que un día termine porque nos moleste un momento vivido a regañadientes. Es triste observar como sacrificamos días tras días para vivir uno, por lo menos uno, muchas veces hasta limitado por aquél que tendremos que matarnos mañana. Al final de las rutas, cansados y agobiados de danzar bajo amenazas en rituales de muerte, de tanto cadáver diario diremos que hemos vivido tan poco aunque se tengan cien años sobre los hombros encorvados. Será triste sentir tantos años inútiles tan pesados en la espalda. Al sacar la cuenta total, tomando en consideración estos pequeños suicidios diarios, muy poco le habremos vivido a la muerte.

El que vive entre cadáveres, si descuida su propia alma, se le va detrás de los muertos y queda insensible ante la vida como un androide.

Pues, asumir en la teoría aquello que el cuerpo hace protestando es la propia agresión mercenaria contra ti mismo.

Cuando la urgencia inca en el nervio nos conducimos a una velocidad vertiginosa aun estando detenidos, lo cual no es más que nadar en arenas movedizas.

Entonces, es preferible vivir acribillados y no en el paredón de los fusilamientos, esperando clemencia en la muerte perenne provocada por las heridas de la angustia.

Quien nada lo detiene nada lo apura, no necesita barricadas para andar despacio, podría agradecer de la rapidez, quizás sólo el haber comprendido eso a una edad sin arrugas de sabio y aun así no haber dado por ello un paso más del correspondiente a la velocidad de su andar.

Pregonar hasta los espacios más íntimos de la vida un pensamiento libertario es palpitar en el corazón anónimo del pueblo.

Ningún bombardeo exterminará este sueño, mi victoria será ofrendarle al futuro el escalofrío de las derrotas para que planten sobre mi cadáver la bandera que se beba el viento.

Fuente: Pescando Crímenes al Fondo de la Inocencia
Del mismo autor.

No hay comentarios:

Publicar un comentario